Contemplando unas perspectivas favorables a partir de 1848, varias empresas catalanas instalan importantes talleres mecánicos para fabricar máquinas de vapor. La Maquinista Terrestre y Marítima, según datos publicados por Jordi Nadal i Oller, en el período comprendido entre 1856 y 1900, entrega al mercado 550 máquinas de vapor fijas, con una potencia de 28.000 C.V., y 59 máquinas de vapor marinas con una fuerza de 99.256 C.V.
Los objetivos previstos para fabricar máquinas de vapor, buques metálicos y locomotoras no se cumplen, produciéndose un problema de exceso de capacidad. Para compensar la situación, la empresa se dedicó a las construcciones metálicas, convirtiéndose en el principal constructor de puentes y edificios con estructura metálica.

En Bilbao, se ponen en funcionamiento empresas tan importantes como Astilleros del Nervión en 1888, Talleres de Deusto en 1891, Basconia el año 1892 y el mismo año Tous, uno de los fundadores de La Maquinista, crea junto con otros socios, Talleres de Zorroza. En 1900 se funda Euskalduna, empresa para reparación y construcción de buques. En 1861, se instala en Beasain un horno alto al carbón vegetal, en la fábrica de Hierros San Martín. Vergara Jaureguia y Resusta fundan en 1869 un taller de cerrajería. En 1901, instalan un horno alto en Bergara, y en 1906 se fusionan con La Cerrajera Guipuzcoana, creando la Unión Cerrajera en Mondragón.
Con la instalación de estas empresas se desarrolló la aplicación del maquinismo, bien a través de la utilización de máquinas-herramienta como medio de producción, o mediante el equipamiento de los talleres de reparación y mantenimiento. Se forma personal en el manejo de máquinas y oficiales expertos en reparación de maquinaria.